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Yohanna Alonso se ha proclamado campeona mundial de thai boxing 2018 en categoría semiprofesional
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Domina siete artes marciales y enseña defensa personal a víctimas de violencia de género
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También ejerce como modelo en campañas publicitarias
Yohanna Alonso se ha proclamado campeona del mundo de thai boxing en categoría semiprofesional por segundo año consecutivo, pero Yohanna Alonso domina hasta siete artes marciales. Son su pasión. «De pequeña me encantaban las películas de Jean-Claude Van Damme, veía las patadas voladoras y los puñetazos que daba y yo quería hacer eso», recuerda. Y por mucho que su padre se empeñó en que hiciera gimnasia rítmica, Yohanna ha terminado siendo una experta luchadora: «Hasta los 17 años no me dejó entrenar porque decía que eso no era de chicas. De pequeña hacía rítmica y aunque se me daba muy bien y es un deporte que requiere un esfuerzo increíble, lo que yo quería era dar puñetazos. Solía esperar en casa a mi hermano, que practicaba lucha leonesa y jiu jitsu, para pegarme con él». Pero además de su pasión por el ring, esta leonesa de 35 años que ha pasado por el ejército es guardia civil, actualmente destinada en Huelva, y está especializada en violencia de género.
Con un posgrado en la materia de la universidad de Valencia, imparte cursos y ponencias a mujeres maltratadas por toda España: «No sé por qué, pero tengo un don especial para empatizar con ellas. No se trata solo de darles un curso, sino de hablarles, saber escucharlas… la verdad es que me encanta mi trabajo porque se crea mucho feeling con ellas y vivimos situaciones muy bonitas». «Les enseño a repartir galletas» Parte de esos cursos los dedica a dar clases de defensa personal: «Les enseño, como digo yo, a repartir galletas, por lo menos para que aprendan lo básico. Solo el refuerzo psicológico que les proporciona saber que pueden defenderse es muy importante para ellas. Intento enseñarles kali filipino porque es un arte marcial muy instructivo en el que se trabaja mucho con los codos. Es más fácil enseñar a una mujer a pegar con los codos que con los puños porque son mucho más duros». En esas clases suele repetir varias consignas: «Siempre les digo que si tienen que dar una hostia, que la den haciendo daño porque si no la dan contundente solo van a conseguir enfadar al agresor y que se venga arriba. Tienen que jugar con la sorpresa y la contundencia. Siempre hay que dar uno o dos golpes y salir corriendo, escapar de la situación de riesgo sin pararte a mirar cómo está el agresor».
Yohanna sabe que eso de plantar cara a un atacante puede llegar a ser considerado contraproducente en determinadas situaciones, pero ella lo tiene claro: «Le recomiendo a cualquier mujer que practique algún arte marcial o deporte de contacto porque me parece imprescindible tener nociones de defensa personal». «Personalmente uno de los mayores miedos que tengo en la vida es que me violen. Nunca me ha ocurrido nada, pero si por desgracia me encuentro en una situación así, te aseguro que no se lo voy a poner fácil aunque tenga enfrente a dos o tres agresores», añade. Trabaja con niños con problemas de ‘bullying’ Además de su labor con mujeres maltratadas, ayuda a niños que han sufrido problemas de bullying, a los que también enseña defensa personal: «Para un niño que se siente acosado, que le esperan en la puerta del colegio para pegarle o meterse con él, saber que puede defenderse le da una fortaleza mental que le ayuda a superar este tipo de situaciones». Evidentemente, sabe que se expone a críticas por enseñar a pelear a menores, pero Yohanna defiende lo que hace: «Me han crucificado por decir que en los colegios tendría que haber menos fútbol y más artes marciales, pero lo sigo pensando. Estoy en contra de la violencia gratuita, pero creo que es bueno que un niño sepa defenderse». Subraya, eso sí, que la violencia en casos de acoso escolar es el último recurso: «Lo primero es denunciarlo, no hay que tener ningún miedo a contarlo. Si no se atreven a decírselo a sus padres por la razón que sea, pueden decírselo a un hermano, al profesor o al papá o la mamá de un amigo. Seguro que pueden encontrar una persona de confianza para contárselo».
Posados en ropa interior Pero las múltiples facetas de Yohanna no se terminan ahí. También ayuda en campañas contra el maltrato animal, colabora con asociaciones benéficas –todo lo que gana en combates lo dona a un orfanato de niños ciegos de Tailandia– y ejerce como modelo en campañas publicitarias. Esta última ocupación le ha costado reproches en la Guardia Civil por posar en ropa interior. «No sé si es machismo o qué es, porque me han criticado tanto hombres como mujeres, pero me da igual porque voy a seguir haciendo lo que me dé la gana. Al que no le guste, que no mire», avisa. Otro problemilla de su faceta como modelo son las heridas de los combates: «Muchas veces he tenido que disimular moratones para una sesión de fotos, pero con un poco de maquillaje y peluquería todo se soluciona». Yohanna está «orgullosa» de que cada vez más mujeres practiquen thai boxing porque ayuda a «romper» clichés. «Se da por hecho que para ser luchadora tienes que ser un macho pirolo, pero eso es un tópico. Yo soy muy femenina, me gusta arreglarme, ponerme tacones… pero cuando me hago la coleta en alto para entrenar, me transformo», dice. «Soy mujer, soy femenina, soy policía, puedo pelear, puedo disparar, puedo hacer el pino, pero me puedo pasear con unos tacones igual que cualquier otra mujer», insiste.